lunes, 9 de abril de 2012

EL ESTADO LAICO, NO ES GRACIA NI DE LOS GOBERNANTES, IGLESIA CATÓLICA NI DEL PAPA.



“Con perdón de Dios. El Estado Laico es una jalada”
(Onésimo Cepeda. Obispo de Ecatepec)

Con origen en los más altos estratos de la cleresía católica mexicana, en los últimos, casi nueve años de gobiernos panistas, se han intensificado ciertas estrategias claramente revanchistas al estado laico, incluyendo en esta complicidad de gobernantes priístas y perredistas, con lo que consagran la traición a sus principios estatutarios de su plataforma política. Aquí en Veracruz es una muestra de dichas pretensiones.
Esta clase política, intentando en vano, por directriz de la política ultraconservadora de Benedicto XVII, demoler las bases filosóficas, jurídicas, políticas y sociales  de una laicidad que con firmeza ha sido asentada, desde hace siglo y medio en la conciencia nacional y que viene confirmando la esencia de una sociedad abierta del Siglo XXI, situación como verdad absoluta, que ante la profunda crisis que vive el Vaticano, el Clero político de la iglesia católica tiene miedo al futuro.
En el país, personajes pintorescos como el ya famosísimo Onésimo Cepeda, que de un buen burgués de la dulce vida, ahora ha pasado a ser un famoso defraudador o de un Sandoval Iñiguez, a ser un difamador y calumniador corriente.
Agregando los problemas de homosexualidad, pederastas, recogedores de las grandes cantidades de dinero que les entregan los mafiosos o el aceptar restauración o edificación de iglesias, por este capital sucio no podemos dejar en el olvido, lo sucedido en nuestro Xalapa que a pesar de las pruebas contundentes de pornografía infantil y de ser un “Don Juan”, un padrecito entre estas complicidades de corrupción entre el Ministerio de la Iglesia Católica y el poder del gobierno lo exoneraron y ahora está oculto.
No hay país en el mundo en que no haya salida de podredumbre por actos de sujetos religiosos; en últimas fechas en Inglaterra o en España, Benedicto XVI, no tan solo fue ofendido, sino invitado a salir del país por atentar en forma grosera contra el estado no confesional de Rodríguez Zapatero, deslegitimizó la aprobación del matrimonio entre homosexuales y el aborto y lo que más le molestó, fue la ausencia de Rodríguez Zapatero a un acto religioso. Un ejemplo de dignidad laica a un estado no confesional, que sin inmiscuir su religión, debe ser un ejemplo para los gobernantes en nuestro México laico.

No nos engañemos, la Iglesia Católica y sus representantes, es diferente a la práctica de la religión y al concepto de fe. La creencia en un algo, es libertad individual o no creer. Lo que sí estamos conscientes es en la insondeable crisis en la que se encuentra empantanada la más conspicua jerarquía política católica en muchas partes del mundo, sus teólogos, sus juristas o sus investigadores, obispos y desde luego los muchísimos honrados curas de pueblo, conocen de sobra la actuación escalofriante de la verdad, lo que han motivado desacuerdos muy profundos en muchísimos creyentes que los va apartando de su iglesia para buscar en otras corrientes lo que ellos desean.

Uno se pregunta, ¿para que fotos junto a gobernantes vestidos con el mejor oropel, elegancia y joyas, si la mayor cantidad de sus feligreses sufren miserias morales de conciencia y de la pobreza de hambruna? ¿por qué  los gobernantes buscan las fotos junto a estos personajes que viven y representan a una iglesia burguesa?
Benedicto XVI que fue jefe de la integrista y represora congregación de la fe (Santo Oficio), está obsesionado por desterrar los avances logrados en el concilio vaticano II (1960-62), contradiciendo y adulterando las reformas liberales de Juan XXIII y de Paulo VI.
Entre escándalos y desencanto de millones y millones de fieles, que van perdiendo la credibilidad de la iglesia católica, vive las horas más bajas de su historia.
Nuestro país, todavía católico en su mayoría, por decir aunque practicante, ya no continua formando no tan solo en escuela públicas, sino privadas a personajes que en oportunidades de la vida, logran ser gobernantes, lo que está en plenitud del Siglo XXI, con los adelantos científicos y comprobadores de que el dogma dejó de ser, tienen el compromiso y obligación de querer tener alguna formación religiosa, pero tener la capacidad, valor y amor al estado laico, de apartarlos de su ideario político y si les cae el veinte, a la cleresía religiosa dedicarse a lo suyo y dejar de dar recetas de economía, de policía, de democracia de educación, de salud, etc. y no pretender retener el negocio cuando sus bases se van perdiendo.
Dejar el papel, paradójicamente de altiva y envalentonada, que instigada por un rencor exacerbado por la intolerancia, se comporta como una religión fundamentalista, contra las leyes y las instituciones legítimas de la república mexicana, representado en la Constitución General de la República, en su artículo 40, como estado laico.